"La actual Alemania socio-laboral no se entiende sin repasar la historia de los últimos veinte años, un proceso que arranca a partir de la reunificación alemana de 1990. Dierk Hirschel, economista jefe del poderoso sindicato alemán del sector administrativo y de servicios Vereinte Dienstleistungsgewerkschaft (Verdi), con más de dos millones de afiliados, explica en esta entrevista la transformación que el trabajo ha conocido en Alemania desde 1990, por qué el país actual ya no se parece mucho al anterior a la reunificación y qué consecuencias ha traído ese cambio para la economía europea.
¿Qué influencia tuvo la reunificación alemana de 1990 sobre ese estado de Alemania que The Economist describió en los años noventa como 'El enfermo de Europa'? ¿Cuál es en definitiva la relación entre la reunificación y el involutivo programa de reformas de 2003, la llamada Agenda 2010?
Con la unión monetaria y la introducción del Deutsche Mark, las empresas menos productivas de Alemania del Este se vieron expuestas de un día para otro a la competencia de las empresas del Oeste. Esto provocó el hundimiento de muchas de ellas y el aumento del paro, lo que incrementó explosivamente los gastos sociales por el seguro de paro y otras ayudas. Esos gastos sociales no se financiaron con impuestos, sino con las contribuciones al seguro de paro financiadas por igual por trabajadores y empresarios, los llamados “pagos ajenos al seguro”, que ascendieron a casi 40.000 millones al año. Fue un producto de la unión monetaria. El otro problema fue estructural y duradero: empresas enteras desaparecieron víctimas de la competencia occidental. Se produjo así un proceso de desindustrialización de Alemania del Este. Al mismo tiempo se pasó el arado sobre el sistema de convenios colectivos. Alemania del Este se convirtió en campo de pruebas para los empresarios alemanes, para lograr la liberalización del mercado de trabajo. Los acuerdos salariales eran claramente inferiores a los de Alemania occidental. Se usó el Este para presionar a los trabajadores en el Oeste. En el Este hubo grandes zonas sin convenio, con jornadas de trabajo más largas y salarios más bajos. Afectó al Oeste porque se chantajeó a los trabajadores con esas condiciones laborales del Este, de forma que bajó el nivel en todo el país. La Agenda 2010 fue un ataque a los acuerdos salariales en Alemania del Oeste, después de haber utilizado el Este como campo de pruebas. El mercado de trabajo con salarios bajos ya se estableció en el Este antes de la Agenda 2010, así que la Agenda sirvió para generalizar esta política y extenderla a todo el país.
¿Cómo afectó todo eso a los sindicatos?
La debilitación del poder negociador sindical que resultó se mide en el hecho de que entre el año 2000 y el 2010 la subida salarial en Alemania fue la más débil de toda Europa. Otro indicador claro es el de que la proporción de trabajadores protegidos por convenio colectivo ha disminuido drásticamente a casi un 50%, cuando en el pasado era del 70%. La bajada tiene que ver con el aumento del trabajo precario, categoría a la que pertenece uno de cada tres puestos de trabajo. El incremento del sector de salarios bajos fue una meta política de la Agenda 2010. Hoy, uno de cada cuatro trabajadores alemanes trabaja por menos de 9,30 euros la hora. Otro recurso de presión sobre los trabajadores han sido las leyes “Hartz”. La cuarta ley Hartz (Hartz IV) obligaba a cada parado a aceptar cualquier empleo después de un año, independientemente de su calificación y de su salario anterior. Por esto las plantillas se mostraban dispuestas a hacer concesiones: quien estaba amenazado por el paro aceptaba trabajar sin pago cinco horas más porque el paro significaba perder el subsidio de desempleo después de un año y caer en las ayudas sociales Hartz IV. Eso hizo que se aceptaran bajadas de salario que no hubieran sido aceptadas.
¿Qué pasó con la afiliación?
Las empresas del sector precario son muy pequeñas, con cinco o diez empleados, sin comité de empresa ni estructuras sindicales. Se trata de peluquerías, tiendas, empresas de seguridad que fueron desligadas de la industria vía “outsourcing”… La acción sindical es muy difícil en estas empresas, frecuentemente del sector servicios, e incluso en las pymes. Después de la reunificación teníamos 12 millones de afiliados, ahora nos hemos quedado en la mitad, algo más de 6 millones. Es verdad que tras la reunificación todos los afiliados al sindicato del Este (FDGB) ingresaron automáticamente y que muchos de ellos abandonaron la sindicación con el fin del régimen autoritario. A este sector, digamos oportunista, no habría que contarlo, pero también el alto nivel de paro y la generalización de la precariedad nos hizo perder casi la mitad de nuestra afiliación en veinte años.
Además de la reunificación alemana, en 1990 tuvo lugar otra reunificación superior: el ingreso combinado en la globalización del bloque del Este, de China e India, que duplicó el número global de trabajadores y desequilibró la correlación de fuerzas mundial entre capital y trabajo. ¿Hubo en Alemania una verdadera estrategia ante este fenómeno por parte de los empresarios, o actuaron simplemente de forma espontánea y oportunista?
Apareció la oportunidad de crecer y establecerse en el Este. La industria del automóvil creó “cluster“, por ejemplo en Hungría. Estas fábricas estaban en competencia directa con las del Oeste, con lo que aumentó la presión sobre los salarios, pero el fenómeno no se aplica al sector servicios, porque un peluquero de Alemania del Este no compite con un peluquero en China, ni trabajadores del Este de Europa o de Asia optaban a esos empleos en el sector servicios. No se puede echar la culpa de la degradación sufrida a la apertura hacia el Este, pues en ese caso en Austria o en Escandinavia tendríamos una situación parecida a la alemana, lo que no es el caso: allí no hay minijobs ni un sector precario de la magnitud del nuestro. El gobierno de coalición roji-verde (socialdemócratas y verdes, dirigido por el canciller Schröder) fue el responsable, cediendo a las presiones e influencias empresariales que habían preparado ideológicamente la desregulación del mercado de trabajo. Donde sí influyó la apertura al Este fue en el sector industrial, esa presión se notó en las empresas que actúan globalmente, pero no es culpa de los trabajadores chinos o indios.
¿Fue eficaz la oposición de los sindicatos a estos cambios?
Hubo una resistencia masiva, se organizaron muchas protestas, las llamadas manifestaciones de los lunes. Aquí en Berlín hubo una manifestación de más de cien mil personas. El problema era que para entonces ya no teníamos aliados políticos. La socialdemocracia, el único aliado, se doblegó del todo y dejó de apoyarnos. Habíamos tenido grandes esperanzas en el gobierno roji-verde que arrancó en 1998 con Schröder, pero nos traicionó, por fuerte que suene: ese gobierno hizo una política contra los sindicatos. Como consecuencia el SPD perdió casi el 40% de sus afiliados. El giro neoliberal hundió muchas cosas pero también al SPD. Muchos sindicalistas abandonaron el partido y contribuyeron a la creación de Die Linke, fusionándose con el antiguo partido comunista del Este bajo el liderazgo de Oskar Lafontaine. Todo eso fue consecuencia de aquel conflicto. Hubo un debate sobre la conveniencia de hacer una huelga política, que en Alemania es ilegal. Hubo algunas huelgas políticas, pero los medios de los sindicatos se estaban agotando y el movimiento no fue lo bastante fuerte como para parar el tren de Schröder.
...porque en Alemania las huelgas en solidaridad son consideradas huelgas políticas…
… y como tales son ilegales. En el Este hubo huelgas de ese tipo contra la jubilación a los 67 años, eran ilegales pero los empresarios no fueron a juicio por ello contra los sindicatos. Eran empresas con plantillas muy politizadas en las que se paró dos horas. A diferencia de Francia. Eso es aquí ilegal, prohibido por la constitución de los aliados…
¿…era una legislación de los aliados?
...los aliados se preocuparon de que se incluyera en la constitución…, pero el caso es que estaba prohibido. Podemos organizar grandes manifestaciones los fines de semana, pero no hacer huelga por motivos políticos…
…y en medio de las grandes protestas contra el desmonte y privatización de la industria de Alemania del Este, se produjo inesperadamente el asesinato del Presidente del Treuhand, el consorcio que gestionaba la privatización…
¿Rohwedder?
Si, un atentado a cargo de un tirador de precisión que abatió a Rohwedder, fuertemente vigilado por la policía, en su propia casa… Reivindicado por la RAF (la banda Baader-Meinhof), grupo al que para entonces todo el mundo daba por muerto: un poco extraño, ¿no?
Hay especulaciones de que la operación fue iniciada por el Verfassungsschutz (la policía política), pero no puedo decir nada al respecto. Es verdad que fue raro, porque el auge de la RAF había pasado, sus estructuras se habían disuelto. Sin duda Rohwedder era muy impopular en el Este porque la política del Treuhand se hacía en beneficio de las empresas del Oeste e hizo mucho daño, pero no hubo ningún apoyo para acciones así en la población. Resulta curioso que la RAF resurgiera entonces pasados tantos años, pero esto no tiene nada que ver con la política sindical… Y el atentado ocurrió antes de las grandes protestas contra el Treuhand…
…quizá fue un atentado preventivo…
…eso son teorías de conspiración…
…no es teoría de conspiración, sino falta de información: no se sabe lo que ocurrió. Tampoco lo supimos en los años setenta con el terrorismo en Italia y luego salieron a la luz cosas absolutamente increíbles…
Es cierto, pero no puedo decir nada al respecto.
Volviendo a la Agenda 2010: ¿Qué problemas tenía el llamado doble sistema, la división entre seguro de paro y "ayuda social" antes de la Agenda 2010? ¿Había que cambiar algo en aquel sistema anterior a la reforma?
Era un sistema paralelo: por un lado el seguro de desempleo y por el otro las ayudas sociales. Entre los receptores de la ayuda social había muchos capacitados para trabajar que no eran preparados para el mercado laboral. Los sindicatos también apoyaban la idea de unificar los dos sistemas para que esos sectores regresaran al mercado, era una meta de la política laboral que estaba consensuada. El problema es que el nivel de subsidio se rebajó al nivel de la ayuda social. La ayuda por desempleo (Arbeitslosenhilfe) que se recibía después de haber cobrado el seguro de paro estaba claramente por encima de la ayuda social (Sozialhilfe). La ley Hartz hizo que tras un año de seguro de paro se bajaba directamente al nivel de la ayuda social a indigentes. Quien había cobrado el 60% de su último salario, solo recibía, pasado un año, 360 euros, es decir caía en el nicho de la pobreza. Esto los sindicatos nunca lo apoyaron. Apoyábamos la unificación del sistema, pero en un nivel mucho más alto. Tampoco aceptábamos el límite de un año para cobrar el seguro de paro y pasar al subsidio de pobreza, era una presión tremenda: para evitar la pobreza se tenía que aceptar cualquier trabajo independientemente del nivel de calificación… Para nosotros el problema era la falta de puestos de trabajo, mientras el gobierno Schröder tenía una posición ideológica según la cual la gente no estaba dispuesta a trabajar, que eran vagos que preferían tumbarse en la hamaca y no querrían aceptar empleos, lo que no tenía nada que ver con la realidad. Teníamos una situación en la cual la gente escribía 200 o 300 solicitudes de trabajo sin recibir respuesta. Los empresarios no querrían contratar parados de larga duración, ni mayores de cincuenta años, etc. etc.
¿Es verdad que en los dos decenios anteriores a la Agenda 2010 los gastos sociales aumentaron astronómicamente?
De ninguna manera. La parte de los gastos sociales en PIB no subió sino que se mantuvo constante. La última vez que había subido fue en la época de Willy Brandt y antes con Adenauer que reformó las pensiones. Con Helmut Kohl apenas hubo subida. Naturalmente que hubo un aumento en términos absolutos, pero al mismo tiempo subió el producto social bruto, así que el gasto no cambió. Decir que el estado social alemán ya no se podía financiar, que los gastos iban a explotar, era pura propaganda. Después del año 2000 tuvimos un problema de estancamiento fuerte con gran desempleo, pero eso no era consecuencia del gasto social, sino de la crisis general después de que explotara la burbuja de las telecomunicaciones y de los gastos de la reunificación, era una crisis global que afectó especialmente a la economía exportadora alemana.
Hoy hay un amplio consenso acerca de que la unión monetaria de 1990 fue un error.
Se hizo mal. El problema fue que empresas que eran un 30% o un 40% menos productivas se dejaron expuestas a la competencia de un día para otro. Si se hubiera dicho, “vamos hacerlo por etapas para dar posibilidad de competir a las empresas orientales porque de lo contrario os vais a quedar sin trabajo”, se habría entendido. Las empresas del Este no tuvieron ninguna posibilidad de sobrevivir y se hundieron todas. Lafontaine intentó explicarlo en el SPD pero no se le hizo caso.
... políticamente no era fácil explicarlo…
… si, lo reconozco, la gente decía “hemos esperado 40 años, ya vale, se acabó.“
…y la prioridad del Canciller Kohl era mantenerse en el poder con los laureles de la reunificación y los votos del Este, y lo logró: se mantuvo ocho años más…
Kohl sabía que si ofrecía el Deutsche-Mark, ganaba las elecciones, pero mintió a la gente prometiendo los famosos “paisajes floridos”, una realidad falsa. Se les prometió que se podía hacer todo sin efectos negativos, pero no era así. Habría sido más racional postergar la unión monetaria para cuando la economía del Este estuviera preparada. Ahora tenemos una situación similar en la zona euro, con empresas italianas y españolas que fueron expuestas a la competencia alemana de un día al otro con la creación del euro. Los alemanes conquistaron los mercados españoles, italianos y griegos e hicieron retroceder a la industria francesa, italiana y española. Y esos países ya no se podían proteger con devaluaciones. Con Alemania del Este la situación fue similar. Así que, a otro nivel, la historia se repite.
¿Qué consecuencias tiene la precariedad sobre la calidad y la moral del trabajo?
Hay un estudio anual de los sindicatos llamado “Index Gute Arbeit“ (Índice del buen trabajo). Es una encuesta en la que se pregunta a los trabajadores sobre las condiciones y la “moral de trabajo“. Se ve que la presión sicológica sobre los trabajadores ha aumentado. Las personas están cada vez mas sujetas a la presión del trabajo y una gran parte de las plantillas ya no se identifica con la empresa en la que trabaja… La inseguridad laboral influye de manera negativa en la motivación, y la presión, tanto física como psíquica, hace que la gente vaya al trabajo enferma. Lo muestran los estudios. A eso se añaden otros problemas. Cuando hay hijos se pierde la compatibilidad de trabajo y familia por la presión constante de perder el empleo al no cumplir la flexibilidad requerida. Los problemas psíquicos, la presión, destruye a la gente poco a poco.
Es una diferencia tremenda con la Alemania de hace treinta años.
Si, y una de las causas por la que Alemania tiene hoy el índice de natalidad más bajo de Europa. Cuando los jóvenes salen de la universidad tienen que hacer primero uno o dos años de prácticas, luego con suerte consiguen un contrato de trabajo temporal. Así no pueden crear una familia. Y los salarios son insuficientes para alimentar una familia. Así que la inseguridad, el salario bajo y la presión en el puesto de trabajo, hacen que cada vez menos gente decida tener hijos. A eso se le añade la falta de guarderías. No solo los estudios de los sindicatos demuestran la fuerte presión psicológica sobre los trabajadores, hay muchos otros estudios que confirman este hecho. Por esto el SPD propone en su campaña electoral una ley anti-stress, y los verdes algo similar.
Esta degradación tiene consecuencias sobre el consumo. Se habla de “economía de baratillo” (Rauschökonomie)…
La economía de baratillo existe en la venta al por menor a causa de la baja capacidad adquisitiva.
¿Desde cuándo se nota este fenómeno en Alemania?
Desde hace unos diez años. El imperio Schlecker es un símbolo de esta época También Kick y otros que ahora reaccionan a la situación de los salarios bajos pagando también ellos mismos salarios igualmente bajos. Compran sus productos en Asia para poder hacer negocios con productos baratos. Esto llevó a una competencia muy fuerte en el sector de la venta al por menor y a muchas quiebras de empresas. Cayeron Schlecker y Neckermann y otros están en crisis. Estas quiebras han sido resultado de una competencia de precios muy fuerte. Así que todo está relacionado. Los bajos salarios son una causa de la economía de baratillo y eso hace que las subidas de productividad en Alemania no sean buenas. Se aprecia cada vez más la ineficacia del modelo de “dumping” salarial: ya no se buscan beneficios por tecnología y innovación sino por salarios mínimos. Es lo que hizo Schlecker. Se hundió porque ya no sabía innovar. En la fase final todavía trabajaban con papelitos, no tenían un sistema de pedidos automáticos y solo generaban beneficio por los bajos salarios. Esto no tiene sentido en una economía moderna. Alemania se hizo grande por sus innovaciones y su tecnología, pero eso se pierde cuando los salarios ya no son un incentivo para aumentar la productividad. Los salarios altos forzaban a las empresas a avanzar tecnológicamente. Claro, así ahorraban puestos de trabajo, pero siempre aumentaban la productividad. Todo esto se perdió. En la industria automovilística y en algunos otros sectores aún es así, pero en el sector servicios los bajos salarios ya no crean ningún incentivo a aumentar la productividad. Nos quedamos atrás frente a los países escandinavos por ejemplo. Ellos están mucho más avanzados tecnológicamente en el sector servicios que nosotros.
¿Cómo ve la situación en Europa en general?
Nadie afronta las razones reales de la crisis. Tenemos una moneda común sin unión política, no hay política económica común ni coordinación de las políticas sociales y de salarios. La consecuencia es que los fuertes se hacen cada vez más fuertes y los débiles cada vez más débiles. Las empresas alemanas se han beneficiado mucho de la unión monetaria, cada año aumentaron las exportaciones hacia el sur de Europa. Esto no puede seguir así, ahora el sur se hunde en las deudas. Alemania intenta impedir la quiebra de la moneda común porque el daño más grande seria para ella, de la misma forma en que antes obtenía el mayor beneficio. La solución sería que los débiles recuperan fuerzas, pero esto no está a la vista. Alemania no hace nada para que el mercado interno crezca fuertemente de forma que reduzca su dependencia de las exportaciones. Para conseguir eso habría que introducir un salario mínimo, reducir el trabajo precario, fortalecer los convenios colectivos, pero no hay nada de eso, quizá después de las elecciones…. En España hubo una baja de salarios del 10% en los últimos dos años, en Grecia del 20%, pero eso no abre ninguna puerta de salida de la crisis. No funciona. España tiene un 15% o 16% de su PIB en exportaciones, en Grecia un 10%. En Alemania es el 50%. Intentar aumentar la competitividad solo con bajas de salario no puede funcionar. El poder adquisitivo del mercado interior en España o Grecia baja fuertemente. Las consecuencias negativas sobre el mercado son mucho mayores que las positivas. Claro, España puede exportar más ahora, pero si el mercado interno alemán o el francés no se ponen en marcha, ¿adonde va a exportar España sus productos? A América Latina, quizás, pero no en la zona euro. Y ahí está nuestra crítica principal: se mantiene la política de austeridad y se exporta la política alemana, la política dela Agenda2010 con una privatización parcial del sistema de pensiones, un aumento de la edad de jubilación, una privatización parcial de la sanidad o la desregulación del mercado laboral. Todo esto se exporta ahora. A España, Grecia y Italia se les obliga a reventar sus sistemas de contratación colectiva. Cuando pidieron nuevos créditos, España y Grecia fueron obligadas a cambiar sus sistemas de contratación colectiva. Tanto en España como en Grecia, Italia o Portugal todavía había un sistema ejemplar de contratación colectiva que protegía al 70 % de los trabajadores. En Alemania son 50%. Desde el punto de vista sindical el sur era todavía ejemplar. Pero todo esto se está reventando y no nos sacará de la crisis sino que la reforzará. El Banco Central Europeo puede impedir que el Euro se hunda – Draghi acaba de hacerlo, el pasado septiembre – pero no se resuelven los problemas fundamentales de la economía real. La política de austeridad no llevara a ningún crecimiento en España, Grecia o Italia. Tendremos la situación duradera de unas economías en el sur que no crecen y unas deudas que siguen subiendo a pesar de la austeridad...
...más bien, por culpa de la austeridad...
Desde luego. Ahí está la contradicción. Se dice que hay que hacer todo esto para rebajar las deudas, pero en España las deudas aumentan, y lo mismo pasa en Grecia. Es evidente que esta política nos lleva a un callejón sin salida. Los empresarios españoles, griegos e italianos se aprovechan de la crisis para destruir a los sindicatos, el campo conservador se aprovecha de la situación para reforzar aún más su política neoliberal y consiguen reformas que a la larga debilitarán a los sindicatos y esto repercutirá negativamente en el movimiento sindical alemán. Volkswagen y otras grandes empresas dirán que pueden producir en Barcelona un 20% más barato: “si queréis que la próxima serie se produzca en Wolfsburg o en Sindelfingen, tenéis que aceptar horas de trabajo más largas y salarios más bajos”. Al final saldrán perdiendo todos los trabajadores, los españoles, los alemanes o los franceses y la economía en general. Chinos y americanos dicen que hay que alargar esta política en el tiempo, que hay que practicar una política de crecimiento para poner en marcha la economía de la eurozona. Estamos en el segundo año de la recesión y nada indica que vaya a terminar.
Hace muchos años que los gobernantes chinos se dieron cuenta de los peligros de una dependencia tan extrema de la exportación. En Alemania, sin embargo, no hay rastro de preocupación por ello.
No hay capacidad de gobernar políticamente la economía -la hubo con Willy Brandt, por ejemplo- lo que ocurre es que la economía gobierna a la política. La extrema dependencia de exportaciones viene determinada por los intereses de los grandes consorcios. El objetivo de Volkswagen, por ejemplo, es que el 70% de sus coches se produzcan fuera de Alemania. La empresa mediana es más dependiente de Europa pero no reacciona ante la actual situación. Aunque domina gremios como la Federación Alemania de Industria (BDI), ideológicamente está anclada en la actual situación, y, por ejemplo, apoya al partido liberal (FDP)."