"Este viernes se estrenará “Capitán Phillips”, una película basada en hechos reales que trata sobre el secuestro en 2009 del carguero Maersk Alabama, llevado a cabo por piratas somalíes.
Protagonizado por el ganador de dos óscars Tom Hanks, el largometraje quizá acabe finalmente por demoler la imagen de “Piratas del Caribe”, en la que gallardos corsarios liberan a los opresores coloniales de sus lingotes de oro adquiridos ilícitamente.
El hecho de que el protagonista de la película, el capitán Richard Phillips, sea un ciudadano estadounidense sin duda hizo que el productor se interesara por el largometraje.
Pero, ¿qué pasa con los otros 1,2 millones de marineros del mundo?
Se calcula que el 90% de todas las mercancías se transportan por vía marítima y que la marina mercante aporta unos 380 mil millones de US$ a la economía mundial, lo que equivale al 5% del comercio mundial total.
Sin embargo, el bienestar de los marineros y la importancia de estos trabajadores clave siguen infravalorándose.
Tan solo en la última década, más de 4.000 marineros han sido tomados como rehenes para exigir un rescate, cientos han sido asesinados o han muerto en cautividad y más de 40.000 han tenido que sufrir una experiencia directa, y a menudo aterradora, de los ataques de los piratas.
Hasta la fecha, el Cuerno de África (frente a las costas de Somalia, desgarrada por los conflictos, Yemen, Omán y en el interior del océano Índico) ha sido la zona del mundo donde más ha predominado la piratería.
En 1991, el Estado de Somalia se desmoronó totalmente cuando derrocarron al dictador Siad Barre, que llevaba décadas gobernando.
El país se sumió en una sangrienta guerra civil que se prolongó durante más de dos décadas e incapacitó a Somalia para proteger sus costas.
Como resultado, buques de pesca ilegales procedentes de Europa y Asia han agotado la vida marina de Somalia, antes tan abundante. Además, también ha salido a la luz que la mafia italiana facilitó el vertido de residuos tóxicos y médicos frente a las costas somalíes.
Los pescadores, que perdieron su fuente de ingresos y no disponían de un gobierno en funciones para ayudarles, tuvieron que recurrir a la piratería.
Rehenes
Abbas Ali, un maquinista originario del sudoeste de India, permaneció secuestrado durante tres meses y medio junto a otros 25 miembros de la tripulación cuando su buque, el MV Al Khalique, que transportaba trigo de Rusia a Kenia bajo bandera panameña, fue abordado por piratas somalíes a finales de 2009, el mismo año que el capitán Phillips.
Sin embargo, ahí es donde acaban todos los parecidos. Para Abbas y sus colegas indios y birmanos no hubo ningún audaz rescate por parte de los SEAL de la Marina estadounidense.
“Disparaban continuamente. Dispararon al menos mil balas en el buque. En numerosas ocasiones, los piratas amenazaron con matarnos”, relató en una reciente entrevista a Equal Times este hombre de 51 años que tiene tres hijos en su casa en el estado de Kerala.
El capitán, el primer oficial y el segundo oficial se encerraron en el puente de mando durante todo el suplicio y “nunca salieron de allí”, afirmó Abbas; el ingeniero jefe y su ayudante también estuvieron encerrados en la sala de máquinas.
El que Abbas accediera a hablar con Equal Times fue extraordinario, ya que muchas víctimas de la piratería tienen que soportar enormes presiones por parte de los armadores, agentes y corredores de seguros para que guarden silencio y firmen acuerdos de confidencialidad en virtud de los cuales no pueden revelar detalles de su experiencia ni del pago del rescate.
En informes corroborados por la Federación Internacional de los Trabajadores del Transporte (FITT), otros marineros secuestrados relatan salvajes palizas, torturas gratuitas y simulacros de ejecuciones a manos de los piratas.
Aunque parezca increíble, incluso se han dado algunos casos de marineros secuestrados que, tras ser liberados por los piratas, han tenido que amenazar a sus empleadores con emprender acciones legales para poder cobrar los salarios pendientes.
Desde 2005, los piratas somalíes han capturado 149 buques asegurados y obtenido más de 300 millones de US$ en rescates.
Sin embargo, según la Organización Marítima Internacional (OMI) y la Oficina Marítima Internacional, en el último año se ha detectado una pronunciada disminución de los ataques piratas en el golfo de Adén y la costa de Somalia.
Según la Oficina Marítima Internacional, actualmente los piratas somalíes mantienen a cuatro buques y 68 rehenes cautivos.
Otras fuentes afirman que la cifra de rehenes es más elevada y sostienen que 97 marineros siguen retenidos al haber sido abandonados por los propietarios insensibles de sus buques; además, sus familias son demasiado pobres como para pagar los rescates de hasta 100.000 US$ por prisionero.
Militarización
La disminución de los ataques de los piratas somalíes se atribuye a la creación de un destacamento internacional antipiratería formado por más de 20 buques de guerra (entre otros de las marinas de Reino Unido, China, Alemania, Holanda, Corea del Sur y Estados Unidos) y a las patrullas de al menos una docena de aviones por esta amplia zona marítima.
La contratación de guardias de seguridad privada y las mejoras en las defensas de a bordo (como alambres de púa, cañones de agua y baluartes) también han contribuido a dicha disminución.
Sin embargo, la inexorable militarización de la marina mercante, que al parecer cuesta unos 7 mil millones de US$ al año, ha dividido profundamente a los sindicalistas del sector marítimo y a los marineros por igual.
“Si hubiera querido una guerra abierta me hubiera alistado en la armada y no en la marina mercante”, me explicó un marinero. Otro, Arnold Yoro, un contramaestre filipino, declaró: “Cuando los piratas nos atacaron tuvimos suerte, ya que nos escoltaba un buque de guerra de Corea (del Sur)”.
Roy Paul, del Programa de Respuesta Humanitaria a la Piratería Marítima (un organismo que cuenta con el apoyo de toda la industria, trabaja con las víctimas de la piratería y sus familias y fue creado con importantes fondos de la FITT), reconoce que: “los guardias armados pueden ser un mal necesario”.
Sin embargo, advierte: “Los marineros son profesionales altamente cualificados, pero debemos resistirnos a cualquier intento de convertirles en una fuerza de combate. No deberían pedirles que lleven armas ni que disparen a gente. La historia nos ha demostrado que luchar con violencia contra la violencia no funciona”.
“Ya estamos viendo cómo algunos propietarios de barcos empiezan a usar a guardias armados más económicos. Hemos tenido casos en los que cuatro guardias solo tenían dos armas, guardias que no tenían ningún lugar para dormir a bordo y guardias a los que no se pagaba. Todo este tipo de situaciones se están volviendo más frecuentes”, denunció.
Los protocolos de seguridad diseñados para proteger a los marineros también han fallado de manera desastrosa.
En un incidente que tuvo lugar hace poco, una patrullera italiana abrió fuego sobre lo que pensaba era una embarcación pirata, pero que resultó ser un barco pesquero indio. Mataron a dos pescadores inocentes. Tras un embrollo diplomático, los marinos italianos han sido extraditados a India para enfrentarse a un juicio por homicidio.
Mientras tanto, el golfo de Guinea, en África Occidental, se ha revelado como la nueva zona peligrosa en materia de piratería. Entre 2011 y 2012, la cifra de ataques en esta zona ha aumentado en casi un 50%.
En junio de este año, la Oficina Marítima Internacional informó de que en 2012 los piratas de África Occidental atacaron a 966 marineros y en la costa somalí a 851. Cinco de los 206 rehenes capturados fueron asesinados.
“Esta zona no ha recibido la atención que recibió Somalia”, explicó la oficina.
Ahora solo cabe preguntarse cuánto tardará Hollywood en aparecer por allí."