"Cuando en la Argentina la posibilidad de hacer justicia estaba mutilada, el juez español Baltasar Garzón abrió un camino a base de convicciones y audacia. Desafió al poder establecido. Lo dejaron avanzar. Logró que Londres aceptara detener a Augusto Pinochet cuando el dictador chileno era todavía senador vitalicio. Avanzó, cimentó la Justicia universal, hasta que en su país se atrevió a indagar en los crímenes del franquismo. El año pasado fue separado de su puesto en la Audiencia Nacional e inhabilitado a ejercer la magistratura por más de una década. Apeló el fallo pero no se amilanó ante esa nueva adversidad. Recorre el mundo como asesor de la Corte Penal de Justicia Internacional de La Haya y de distintos gobiernos de Latinoamérica. Llegó a Buenos Aires, como siempre, dispuesto a tomar posición en los temas que imantan el debate político y judicial. “Aquí hay una ley, hay una regulación y todos tienen que cumplirla, y si no la cumplen pues tendrán que recibir las sanciones que prevé esa ley”, dice sobre la nueva ley de medios.
“Tráeme, por favor, un té con miel”, pide antes de sentarse y abunda: “Ya me operaron dos veces de las cuerdas vocales. Llevo tres días hablando...”. Los tres días que estuvo en la Argentina. Se entrevistó con Martín Sabbatella, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, dio una charla en la Universidad Nacional de Avellaneda, viajó a Mendoza y terminó el periplo en la Comisión de la Memoria bonaerense y en una charla con el vicegobernador Gabriel Mariotto, Hebe de Bonafini y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Martín Fresneda..."
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