"Desde una perspectiva histórica, ¿cómo ha sido el comportamiento de las corporaciones transnacionales canadienses –principalmente en la minería– en América Latina y en el resto del mundo? ¿Se han informado cambios recientemente?
Para empezar, pienso que es justo decir que las empresas transnacionales canadienses actúan como las empresas transnacionales de cualquier lugar del mundo. Es decir que como a todos los capitalistas, a los capitalistas canadienses los impulsa la búsqueda competitiva de lucro, ya sea cuando invierten en Canadá o cuando lo hacen en el ámbito internacional. Sin importar otra cosa que ellos puedan decir, su objetivo es hacer dinero, y no pueden permitir que ni las consideraciones humanas ni las ambientales se interpongan en su camino. Por supuesto, la diferencia entre las empresas transnacionales canadienses y las latinoamericanas es que Canadá es uno de los países más ricos del mundo, y que el Estado canadiense, si bien no es tan poderoso como, por ejemplo, su par de Estados Unidos, tiene la capacidad de promover agresivamente los intereses de las compañías de su país –contra los intereses de la gente (y a veces de los gobiernos) de países más pobres– a través de medios diplomáticos, económicos y de seguridad.
No deberíamos sorprendernos al descubrir que las empresas transnacionales han acumulado un largo historial de abusos a los derechos humanos y de daño ambiental en su recorrido por el mundo en búsqueda de lucro, siempre con el apoyo del Estado canadiense, tanto con gobiernos conservadores como liberales. Es posible que la minería sea el sector en el que las transnacionales canadienses son más famosas, y con razón. Han mostrado por mucho tiempo una predisposición a ignorar la oposición de las comunidades locales a sus prácticas destructivas y, en el proceso, a alinearse con algunos de los gobiernos más reaccionarios del siglo XX, desde Indonesia en las décadas de 1960 y 1970 hasta Guatemala en los años 80. Sin embargo, las empresas transnacionales mineras canadienses no están solas. Los fabricantes canadienses de armamento vendieron armas a la Indonesia de Suharto, el calzado Bata sacó provecho del apartheid en Sudáfrica y bancos canadienses como el Scotia y el Royal se beneficiaron con las restricciones del pasado a las operaciones de los bancos estadounidenses en el extranjero para instalarse en países de América Latina gobernados por dictadores que habían sido apoyados por EEUU a fines del siglo XIX y comienzos del XX..."
Íntegra: Nuso
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