quinta-feira, 23 de janeiro de 2014

HENRY, EL SINDICALISTA DE 13 AÑOS QUE DESAFÍA AL PROGRESISMO (Fonte: Equal Times)

"Una mañana de diciembre, poco antes de Navidad, el presidente Evo Morales recibió en el comedor del Palacio Quemado a treinta chicos y chicas para desayunar.
Eran los representantes de la Unatsbo, el sindicato de niños y adolescentes trabajadores de Bolivia. El encuentro llegó tres días después de una escandalosa represión policial a una protesta de los chicos, que están en contra del proyecto que busca prohibir el trabajo infantil.
A la cabeza de la delegación que desayunó con Evo estaba Henry Apaza, de 13 años, líder natural del sindicato, vendedor de cigarrillos en la ciudad satélite de El Alto desde los 7, un talento para los números y uno de los mejores alumnos en su escuela, a donde asiste por las noches. Las hermanitas de Henry también trabajan: venden CD para karaoke en las mismas calles bulliciosas, a 4600 metros de altura.
Un 80% de los chicos bolivianos trabaja en el campo, casi exclusivamente con sus familias, en lo que es una larga tradición que incluye tareas crueles como la cosecha de castaña y de caña, o el trabajo en las minas.
Un estudio señala que el 93% de los chicos bolivianos trabajadores de entre 5 y 17 años asiste a la escuela, con lo cual se debilita el argumento más sólido que esgrimen quienes procuran eliminar el trabajo infantil porque perpetúa la pobreza y la exclusión social.
Mesa sabe que es imposible eliminar con una ley una práctica de siglos, pero cree que “Bolivia tiene que apostar por la educación”.
Aun pese al crecimiento macro de los últimos años y las políticas estatales de asistencia, sigue habiendo un 59% de pobreza en Bolivia, que se estira dramáticamente hasta el 80% en zonas como Potosí.
La expectativa de vida sigue siendo muy baja: 65 años para los hombres y 69 para las mujeres. Pobreza e ignorancia son una fórmula letal y aún falta mucho para que los chicos como Henry sólo se dediquen a lo que deberían: ir a la escuela y divertirse con amigos, formarse como personas y ciudadanos.
“No pueden dejar sin trabajo a quienes por las circunstancias de la vida tenemos que trabajar”, dice Henry con un lenguaje precipitadamente adulto, observando al mundo desde la visera de su gorra.
Genera enormes contradicciones lo que deberá legislar la Asamblea boliviana esta semana: prohibir el trabajo infantil podría agravar el escenario al darles carácter clandestino a esas tareas.
Aun con la mejor buena voluntad, se podría terminar fomentando la explotación y hasta la esclavitud de los chicos.
Nada más lejos del progreso. Nada más lejos del desarrollo."

Fonte: Equal Times

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